Y entonces llegó…Vitín.
Vitín es pequeñito, pero tiene los pies grandes. Su caminar atrae la atención, y cuando avanza parece desfilar mientras su pierna se levanta recta al dar cada paso. Si alguien se lo hace notar, responde que uno de sus antepasados fue un soldadito de plomo. Pero por su manera de sonreír dudo si es verdad o, incluso, si él se lo cree.
Y su sonrisa, siempre dibujada en su rostro, siempre alegre. Tengo que hacer memoria un buen rato para encontrar algún momento en el que lo haya visto triste. Uno de esos momentos sucede, cada primavera, cuando se despide de sus amigos los tulipanes que se repliegan hasta el siguiente año. y es que le gusta dormir en su interior, protegido por sus pétalos que se cierran durante la noche para abrigarlo.
Cree también que debido a sus pies tan grandes no puede volar. Y se reafirma en su idea al mirar a los gorriones, incluso su amiga la lechuza, que es muy grande, tiene las patas pequeñas. Está seguro… la culpa de no poder volar la tienen sus pies. Por eso a veces los mira con cierto desdén, pero casi se le ha olvidado desde que una urraca le regaló un avión de hojalata con el que puede seguir el vuelo de las golondrinas.
Seguiréis oyendo hablar de las aventuras de Vitín…
Seguiréis oyendo hablar de las aventuras de Vitín…
¡¡Bienvenido Vitín!!
ResponderEliminarSeguiré con mucho entusiasmo tus aventuras.
Muy original la entrada. Me envcantan las dos primeras fotos.
ResponderEliminarSaludos.
lafotografiadedaniellopez
Esto... puede que se te haya olvidado seguirme... jeje.
ResponderEliminarO no!
ResponderEliminarSaludos.
jajajaja, que bueno, Daniel. Estoy...estoy intentando dominar los mandos del avión, pronto comenzaré a narrar mis aventuras. Gracias
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