Escaleras… (III)
Le hablaré de escaleras…
Usted, intuyo, compartirá conmigo la idea de que las escaleras guardan los secretos más profundos de nuestros pasos y estos, a su vez, nuestros secretos más íntimos. Por eso las escaleras son cómplices perfectas de nuestras andanzas, incluso de nuestros traspiés; jamás pueden ser engañadas, créame.
Usted, intuyo, compartirá conmigo la idea de que las escaleras guardan los secretos más profundos de nuestros pasos y estos, a su vez, nuestros secretos más íntimos. Por eso las escaleras son cómplices perfectas de nuestras andanzas, incluso de nuestros traspiés; jamás pueden ser engañadas, créame.
Seguramente usted habrá tratado, sin conseguirlo, de engañar a su escalera en más de una ocasión; usted habrá fingido que no la mira cuando pisa sus peldaños; habrá intentado negar que no es usted quien la sube o la baja mientras ella emite algunos chirridos sutiles, como dándole la bienvenida sin hacer un solo reproche a las suelas de sus zapatos para no delatar sus borracheras al regreso de alguna parranda.
Parque del Capricho. Madrid
Siempre está ahí, muda y ciega, al menos en apariencia, aunque esto no le impida darse cuenta de todo, de forma casi involuntaria…
Carta a futuros ciegos. José L. Enciso
Comentarios
Publicar un comentario