…San Fermín

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…Antes de que el camarero llegara con el jerez, el cohete que anunciaba
el comienzo de la fiesta se elevó en la plaza… La gente llegaba a la plaza de
todas partes, y calle abajo oímos acercarse los caramillos, los pífanos y
los tambores, tocando el riau-riau. Los caramillos chillaban, redoblaban
los tambores, y detrás iban grandes y chicos bailando…, todos ellos saltaban por
el aire bailando. En aquella masa compacta, lo único que se distinguía
era el subir y bajar de las cabezas y los hombros de los que bailaban…
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…La fiesta había empezado de veras, y durante siete días no paró, ni de
día ni de noche. No se paraba de bailar, ni de beber, el barullo era
constante. Ocurrieron cosas que sólo podían haber ocurrido durante
una fiesta...
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…La ciudad estaba llena de gente y tuvimos que esperar
para conseguir una mesa. Después de comer fuimos al Iruña. Estaba
completamente lleno, y a medida que se acercaba la hora de la corrida se llenaba más y más, y la gente tenía que apretarse más alrededor
de las mesas. La multitud apiñada segregaba un rumor que se repetía
cada día, antes de la corrida, y que el café no producía en ninguna
otra ocasión, por abarrotado que estuviera…
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Al final, todo se volvió irreal: parecía como si nada pudiera tener consecuencias,
como si pensar en consecuencias durante la fiesta estuviera
fuera de lugar. Uno experimentaba siempre, incluso en los momentos
de calma, la sensación de que tenía que gritar para que se oyeran sus
palabras. Y lo mismo ocurría con cualquier otra cosa que se hiciera. Fue
una fiesta que duró siete días…
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…La muchedumbre que corría delante de los toros era tal que tuvo
que comprimirse y aminorar la marcha al avanzar por entre las empalizadas
que llevaban hasta el ruedo; y cuando los toros pasaron galopando
en manada, pesados, con los flancos llenos de barro y balanceando
los cuernos, uno de ellos salió disparado hacia delante, cogió por la espalda
a uno de los que corrían y lo levantó por los aires. El hombre iba
con los brazos pegados al cuerpo y, al entrarle el cuerno, echó la cabeza
hacia atrás; el toro lo levantó y luego lo dejó caer…
Fiesta (fragmento). Ernest Hemingway (1.899-1.961)

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