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Mostrando entradas de 2011

¿ Navidad… ?

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Navidad de 2.011. Madrid        Hay tanto estruendo de cornetas y fuegos de artificio, tantas guirnaldas de focos de colores, tantos pavos inocentes degollados y tantas angustias de dinero para quedar bien por encima de nuestros recursos reales, que uno se pregunta si a alguien le queda un instante para darse cuenta de que semejante despelote es para celebrar el cumpleaños de un niño que nació hace 2 000 años en una caballeriza de miseria…   Paseo de Atocha. Madrid        ...Los niños nos acostábamos más temprano para que los regalos llegaran pronto, y éramos felices oyendo las mentiras poéticas de los adultos. Sin embargo, yo no tenía más de cinco años cuando alguien en mi casa decidió que ya era tiempo de revelarme la verdad. Fue una desilusión no solo porque yo creía de veras que era el niño Dios quien traía los juguetes, sino también porque hubiera querido seguir creyéndolo…   Iluminación navideña de la calle Bravo Murillo. Madrid          Con todo, tal vez lo más

Escaleras… (III)

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Escalera del Hotel de las Letras. Madrid Le hablaré de escaleras… Usted, intuyo, compartirá conmigo la idea de que las escaleras guardan los secretos más profundos de nuestros pasos y estos, a su vez, nuestros secretos más íntimos. Por eso las escaleras son cómplices perfectas de nuestras andanzas, incluso de nuestros traspiés; jamás pueden ser engañadas, créame.     Escalera del Caixa Forum. Madrid Seguramente usted habrá tratado, sin conseguirlo, de engañar a su escalera en más de una ocasión; usted habrá fingido que no la mira cuando pisa sus peldaños; habrá intentado negar que no es usted quien la sube o la baja mientras ella emite algunos chirridos sutiles, como dándole la bienvenida sin hacer un solo reproche a las suelas de sus zapatos para no delatar sus borracheras al regreso de alguna parranda.      Parque del Capricho. Madrid Siempre está ahí, muda y ciega, al menos en apariencia, aunque esto no le impida darse cuenta de todo, de forma casi involuntar

Azul (II)

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Escrito en los cuerpos celestes. Soledad Sevilla (Madrid, noviembre 2011-abril 2012). ¿Azul? también podría haberle llamado paraíso interior o cielo confinado. Pero este color frío nos remite a sensaciones muy distantes: estabilidad, confianza, inmensidad…Algo así se siente al entrar en el palacio de Cristal, en el Retiro madrileño, y encontrarnos con ese espacio extenso y azulado de la exposición de la artista Soledad Sevilla y a la que ella ha denominado como Escrito en los cuerpos celestes . También podemos verlo desde una perspectiva dual. Visto en un día radiante daría la sensación de que una parte de ese cielo exterior hubiera sido obligado a acomodarse en ese recinto cerrado. Visto en un día oscuro, nos traería la añoranza de un cielo nítido, de lo perdido, el sentir de lo que se tuvo y ya no está… Si te acercas, crece la sensación de un vértigo ya conocido. El que te asalta si flaqueas ante la profundidad de un cielo nocturno y despejado que, inexor

Ventanas…

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Castillo de Bellver. Palma de Mallorca Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o sombría, la vida sueña, sufre, vive… La Alhambra. Granada Por sobre las olas de los tejados, acierto a entrever a una mujer madura, arrugada ya, pobre, perpetuamente enfrascada en su tarea y que nunca sale. Con su rostro, con su atuendo, con sus gestos, con apenas nada, he reconstruido la historia de esta mujer, o quizá fuera mejor decir su leyenda, y de vez en cuando, entre lágrimas, me la recito a mí mismo. De haber sido un pobre

Magdalena…

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Magdalena penitente (1.810). Antonio Cánova Tus manos, Magdalena, tus manos me conmovieron. Tu rostro, cabizbajo, y tu cuerpo, rendido. Pero tus manos se resistían a la derrota. Ese fue lo que me llamó la atención de ti, en mitad de aquella gran sala donde eras fugazmente el centro de atención… Tú, que lo tuviste todo, riqueza, fama, amor, y a él, sobre todo a él. Y, sin embargo, ahí estás de rodillas y casi vencida. Ni Cánova, que cuando te extrajo de aquel blanco bloque de mármol tampoco apostaba demasiado por ti, y te colocó junto a esa calavera que, al igual que tú, estaba por el suelo como señalándo tu destino. Vacía, olvidada,...muerta. Pero no, tus manos se rebelarán, no quieren ese final. Tirarán de tu cuerpo, se agarrarán a todo aquello que representas, a la fuerza del arrepentimiento pero también a esa misión oculta que él te encomendó. Y, entonces, de nuevo volveré a contemplarte erguida. Será tu respuesta a quien tanto preguntó por

Dos…

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Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto.    Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche relámpago. Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío.        Octavio Paz

El olivo y el cardo…

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  …En cierta ocasión hubo que escoger rey entre los árboles…     El olivo no quiso abandonar el cuidado de su aceite, ni la higuera el de sus higos, ni la viña el de su vino, ni los otros árboles el de sus respectivos frutos… El cardo, que no servía para nada, se convirtió en rey, porque tenía espinas y podía hacer daño…                                                                                                                        Voltaire (1.694-1.778)

Granada… (I)

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¡Si yo alcanzara la aldaba para llamar a las puertas del alba! Con el alba, partida por muros y cipreses, tu voz de valle umbrío que me llama desde el agua. En las rojas colinas donde el cristal se mece, tu cintura que ondea y se me escapa como el agua. Por la ciudad, que gira sobre un gozne de nieve, toda tu soledad, que es mía, y se descalza por el agua. ¡ Si yo alcanzara a la aldaba que abre las puertas del agua  de Granada ¡                                                                     Rafael Guillén

Los Otros…

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Óbidos (Portugal) Que calle la música y que duerman las notas en la armonía de un sueño sin alborada. Que las palabras enmudezcan y que velen en el silencio de su blanco sudario. Cementerio judío (Praga) Ahora que no siento vuestras manos, ahora que no temo vuestros pensamientos , huid del fácil y tardío lamento. Aveiro (Portugal) Hallaré entonces un sombrío consuelo, en vuestro resignado arrepentimiento, y en nuestro inútil silencio…

Frente al mar…

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¿La ola no tiene forma? En un instante se esculpe y en otro se desmorona en la que emerge, redonda. Su movimiento es su forma.   Las olas se retiran ¿ ancas, espaldas, nucas ? pero vuelven las olas ¿ pechos, bocas, espumas ? Muere de sed el mar. Se retuerce, sin nadie, en su lecho de rocas. Muere de sed de aire.                                                  Octavio Paz (1.914-1.998)

Y honrarás…

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  Es aprendiz de todo, maestro en nada Es poeta a su modo, le gusta el alba Y entre sus manos florecen a escondidas algunas llagas. Tiene cansado el cuerpo, cansada el alma Tiene un interrogante sobre su cara, Tiene un camino Tiene cansado el cuerpo, cansada el alma Luce sobre su pecho camisa blanca Con su mirada me dice que la vida no vale nada.

Gorriones…

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Los gorriones son los niños del aire, la chiquillería de los arrabales, plazas y plazuelas del espacio. Son el pueblo pobre, la masa trabajadora que ha de resolver a diario de un modo heroico el problema de la existencia. Su lucha por existir en la luz, por llenar de píos y revuelos el silencio torvo del mundo, es una lucha alegre, decidida, irrenunciable. Ellos llegan, por conquistar la migaja de pan necesaria, a lugares donde ningún otro pájaro llega… Se les ve en los rincones más apartados. Se les oye en todas partes. Corren todos los riesgos y peligros con la gracia y la seguridad que su infancia perpetua les ha dado. Sólo su valentía de gorrión se atreve con el invierno. Las otras aves rehúyen los malos tratos del diciembre y el enero, emigran a los países de primavera y verano constantes. Sólo el gorrión permanece ante los duros tiempos… Avanza y avanza. Hasta que se siente rendido y en la necesidad de tomarse una tregua. Entonces, desciende y se detiene sobre

Mi sombra…

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Mi sombra no es muy grande y va siempre conmigo, pero qué hacer con ella, yo nunca lo he sabido. Es idéntica a mí, mide lo mismo de alto, y salta junto a mí cuando a la cama salto. Lo más raro que tiene es que crece a su modo, no como hacen los niños, que es siempre poco a poco; porque a veces se estira cual si fuese de goma y es tan pequeña a veces que se esfuma y se borra. No tiene ni noción de cómo juega un niño, y encuentra mil maneras de ponerme en ridículo. Se nota que es cobarde por cómo se me pega, pero yo hago igual que ella: ¡me pego a mi niñera! Un día muy temprano, antes de verse el sol, salí al jardín: brillaba rocío en cada flor; pero mi sombra vaga, dormida y haragana, no se vino conmigo y se quedó en la cama. R. L. Stevenson ( 1.850-1.894)

El agua y la alberca…

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El agua que está en la alberca y el verde chopo son novios y se miran todo el día el uno al otro.  En las tardes otoñales, cuando hace viento, se enfadan: el agua mueve sus ondas, el chopo sus ramas; las inquietudes del árbol en la alberca se confunden con inquietudes de agua.   Ahora que es la primavera, vuelve el cariño; se pasan toda la tarde besándose silenciosamente. Pero un pajarillo que baja desde el chopo a beber agua, turba la serenidad del beso con temblor vago. Y el alma del chopo tiembla dentro del alma del agua. Pedro Salinas ( 1.891-1.951)

¿ Jerónimo… o Pietro ?

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San Jeronimo (detalle) Pietro Torrigiano. Museo Bellas Artes de Sevilla ¿Diez..quince...? Muchos años han pasado ya desde aquella lejana mañana en la que casi me caigo de la impresión. Ahora, tal vez, ante las suplicas de los vigilantes de la sala, hartos ya de los sobresaltos de los visitantes, han abierto el hueco de la pared y ya se te ve desde lejos. Para bien o para mal, el efecto sorpresa ha desaparecido… Sala del Museo de Bellas Artes (Sevilla) No me negarás que entrar en aquella habitación y encontrarte con esa actitud , a medio camino entre la amenaza y el ataque, no produce una lógica inquietud.  Te hacías llamar Jerónimo, pero ese barro cocido tiene toda la pinta de representarte a tí en toda tu violencia y arrepentimiento. Porque fama de camorrista ya traías cuando recalaste en Sevilla desde tu Florencia natal… San Jerónimo. Pietro Torregiani (1.472-1.528) Pero alma de Dios, ¿ A quien se le ocurre romperle la nariz a Miguel Angel? Si era c

¿Podemos…?

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Indignados están los vientos, las montañas, los caudales de los ríos, los silencios. Indignados de ver los tiempos someterse, de ser pasivos ante la ignominia, de ser indiferentes ante el llanto; Indignados de ver la vida subastarse; de ser permisivos, de ser ausentes. Y mientras se indigna el pobre, el pasivo aplaude, el indiferente ríe, y el conservador se ausenta.   Indignados están los vientos, los sueños de no ser gritos, el amor de no ser fuego, la verdad de no ser rabia, el silencio de no ser estruendo, la piel de no ser abrigo, la sonrisa de no ser relámpago. Y así de indignados están los tiempos, que quiero convertir poemas en un huracán de nuevos vientos. Poema indignado. Arturo V. Aponte

Has oido su canto?

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Sirena varada, obra del escultor Enrique Jolly. Recinto de La Magdalena. Santander. "… y las dos hijas del mar, que eran unas maravillosas criaturas de largos cabellos ondulados como las olas, de cara de luna y de senos admirables y redondos y duros cual guijarros marinos; pero desde el ombligo carecían de las suntuosidades carnales que generalmente son patrimonio de las hijas de los hombres, y las sustituían con un cuerpo de pez que se movía a derecha y a izquierda, de la propia manera que las mujeres cuando advierten que a su paso llaman la atención. Tenían la voz muy dulce, y su sonrisa resultaba encantadora; pero no comprendían ni hablaban ninguno de los idiomas conocidos, y contentábanse con responder únicamente con la sonrisa de sus ojos a todas las preguntas que se les dirigían…" Las mil y una noches. Anónimo. Detalle del galeón Ana de Ayala. Santander. "…Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No